La mitigación es un proceso mediante el cual se intenta reducir el impacto destructivo de una amenaza. Recurrimos a este término cuando hablamos de medidas de urgencia ante la presencia de una ofensa digital.
Algunas empresas se ven abocadas a momentos críticos: publicación inminente de una noticia negativa, huelgas hostiles, relevación de datos sensibles, quiebra, dificultades económicas, etc…
La mitigación guarda relación con la necesidad de contener el impacto de un evento que puede desembocar en resultados negativos.
Trasladado al mundo de la reputación digital decimos que existe el riesgo reputacional queda concentrado en un momento crítico de alto impacto. Con esta técnica no se busca evitar el conflicto sino disminuir su alcance y evitar que se convierta en un mal aún peor.
¿Cómo mitigar el riesgo reputacional?
Identificar los riesgos, la fuente atacante y su espacio operativo. Esto implica conocer la fuente que promueve el contenido no deseado.
Valorar el grado de conflictividad: Determinar si se está viralizando, si es un ataque de baja o alta intensidad.
Estrategia de resiliencia: Incluye un plan de acción para integrarse en la circunstancia. Oficializar las fuentes (estrategia oficializadora). Interactuar con el clima de exposición a conflicto.
Estrategia de adaptación: Implica amoldarse al conflicto, explicar el porqué y el cómo, entender que nos guste o no somos un actor del nuevo escenario y como tal deberemos asumir ese rol para pisar firme en un entorno adverso.
Estrategia de oficialización: Centrarse en difundir un mensaje coherente fiel y tranquilo que oficialice un relato controlado.
Activar un comité de crisis en el que intervenga la dirección general y el equipo de comunicación. Nombrar un portavoz de prensa e interactuar con los medios de prensa.