Se trata de una percepción crítica que un sujeto tiene respecto a una marca o persona. Suele estar condicionada por contenidos negativos, casi siempre no deseados y que comprometen sentimientos tales como la admiración y el respeto.
Se configura a través de noticias, blogs, foros de opinión, valoraciones y reseñas que se publican a diario en todo tipo de plataformas.
Puede ser planificada, surgir de un ataque reputacional o ser espontánea. En cualquier caso, es un resultado basado en experiencias previas y percepciones siempre subjetivas.
La mala fama digital puede estar justificada por una mala conducta, la exposición de una carencia o la vivencia de un conflicto. Sus consecuencias suelen ser pérdida de confianza, baja autoestima, pérdida de facturación y cambio de actitud respecto a personas de su entorno.
Reconstruirla puede llevar esfuerzo, tiempo y tenacidad. Se trata de un proceso a medio o largo plazo, no siempre fácil de gestionar y que a menudo necesita de la intervención de profesionales del sector.