Los piratas informáticos penetran en sitios web corporativos, desfiguran su aspecto y modifican su contenido.
Se llaman defacing y son “ataques desfiguradores” son un clásico en el mundo ciberdelictivo y tienen un gran efecto psicológico sobre las víctimas.
Los autores suelen tener un perfil tecnológico. Son ataques de baja intensidad, suelen durar pocos días u horas, pero tienen un efecto letal en cuanto a mancillar la imagen pública de la víctima. El hacquer penetra en el sistema informático, supera las barreras de entrada y desfigura su contenido. Es frecuente que publique mensajes burlescos o textos ridiculizantes. Se trata de avergonzar a la víctima en su propio sitio web exponiendo carencias o mensajes comprometedores.
Los políticos son los más propensos a recibir este tipo de ataques. Por supuesto son también un clásico de la ciberguerra entre gobiernos que buscan descreditarse mutuamente.
Estos ataques pueden comprometer su imagen al robar datos sensibles o que afectan a la vida privada. Algunos atacantes publican fotos comprometidas o textos robados de WhatsApp que puedan poner en un compromiso al perjudicado.
Los atacantes suelen usar técnicas phishing para penetrar en el terminal de la víctima, roban su contraseña y perpetran el ataque de madrugada reduciendo así el margen de reacción.
Son actos de vandalismo electrónico, en algunos casos modifican textos e inyectan faltas de ortografía para así dejar en evidencia a los autores.
Donald Trump sufrió un ataque defacement cuando un grupo de hackers violó su sitio web, borraron su imagen y publicaron la del presidente turco Erdogán.
El sitio web del expresidente Zapatero fue violado por un grupo de hacquers, su imagen fue sustituida por la del actor Mr Bean. José María Aznar sufrió un ataque parecido al publicarse en su web un mensaje con el texto “España no va bien”. En el 2020, medio centenar de webs del gobierno de EE.UU. fueron desfigurados a mano de grupos de haquers iraníes quienes vengaron la muerte del general Soleimani.